Efecto FARCS: Costa Rica cesa a un ministro que relacionó a diputados con las FARC. Las FARC han provocado hoy la caída de un ministro en Costa Rica. Fernando Berrocal, responsable del ministerio de Seguridad, ha sido separado del cargo después de denunciar que "sectores políticos" del país tienen vínculos con la guerrilla colombiana. El ministro dijo días después que "no existe una lista oficial" de nombres, pero sostuvo que las FARC tenían una influencia creciente en el país, sobre todo en sectores políticos.
Costa Rican minister steps down over FARC comments
Costa Rican Security Minister Fernando Berrocal will step down on Monday after accusing unnamed politicians of having close links to Colombian rebels, the government said.
Berrocal was due to testify in Congress this week to explain statements linking "political sectors" in Costa Rica to the Revolutionary Armed Forces of Colombia, or FARC.
Berrocal's comments, which have caused a furor in Costa Rica, followed the discovery of a laptop computer seized in an attack by Colombian forces on FARC rebels in Ecuador on March 1.
Miles de campesinos han sido asesinados por el Ejército colombiano para hacerlos pasar por guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), denunció este domingo el diario Washington Post en un informe.
"Bajo la presión de los comandantes militares para registrar muertes en combate, el Ejército ha estado asesinando cada vez más en años recientes a pobres campesinos y haciéndolos pasar por guerrilleros", dice el periódico.
Colombian Troops Kill Farmers, Pass Off Bodies as Rebels'
But under intense pressure from Colombian military commanders to register combat kills, the army has in recent years also increasingly been killing poor farmers and passing them off as rebels slain in combat, government officials and human rights groups say.
Guerrilleros de las FARC
A los soldados, a los marineros e incluso a los cuatreros les concedía el doctor Johnson “the dignity of danger”, la dignidad del peligro. Quizá ésta sea la única dignidad que todavía conservan en Colombia los guerrilleros de las FARC: la de poner cada día en riesgo su vida. Surgida hace 44 años (el 20 de julio de 1964 es la fecha oficial del bautizo) como una milicia de campesinos acosados y desesperados, este grupo armado evolucionó hacia una guerrilla marxista en los setenta y ochenta, pero luego sus ideales se han venido degenerando hasta llegar a la miseria ideológica de hoy.
Aunque tengan algunos cuadros de apoyo en las ciudades e incluso en el exterior, “la guerrilla más vieja del mundo” es eminentemente rural. Incluso rural es una palabra inexacta, pues, más que rural, la guerrilla de las FARC se ha convertido en una guerrilla selvática. Son las selvas desmesuradas e inextricables de Colombia las que explican que todo el poderío militar de Estados Unidos (que entrega a Colombia, después de Israel y Egipto, la tercera ayuda militar más grande del planeta) haya sido incapaz de rastrear el sitio donde se encuentran, por ejemplo, los tres contratistas norteamericanos secuestrados desde hace cinco años en el sur del país. Y es la selva también lo que le da su carácter (salvaje) a este conflicto, porque allí, al decir de un poeta colombiano, “los hombres aprenden a ser crueles”.
Tampoco un Gobierno como el actual, alérgico a todo acuerdo de paz y absolutamente inclinado a la solución militar del conflicto, que cada año dedica una porción más grande del presupuesto a financiar las Fuerzas Armadas, ha sido capaz de derrotarlas del todo después de casi seis años de lucha sin cuartel.
En la guerra de guerrillas, dicen los estrategas militares, el ejército regular pierde si no gana, mientras que a la guerrilla le basta no perder para seguir soñando con el triunfo.
En las últimas semanas, sin embargo, la balanza parece inclinarse con fuerza del lado del Estado. El Secretariado, es decir, la cúpula directiva de las FARC, está compuesto por siete miembros. En el último mes, dos integrantes de esa cúpula han muerto: Raúl Reyes, por una acción “al estilo Israel” de la aviación colombiana en territorio ecuatoriano (en el bombardeo murieron 17 personas, entre ellas algunos simpatizantes mexicanos de la guerrilla), e Iván Ríos, que cayó por una traición de un guerrillero cercano a él que quiso cobrar la recompensa de dos millones de dólares ofrecida por el Gobierno por su cabeza.
Hasta ahora, la geografía colombiana ha jugado a favor de la guerrilla, y no sabemos si estos golpes recientes son el comienzo del fin de las FARC. Hasta ahora había sido casi imposible derrotar a una guerrilla bien entrenada que se mueve en selvas impenetrables del tamaño de Suiza, con ciento por ciento de humedad y cuarenta grados de temperatura a la sombra, infestadas de alimañas y enfermedades (paludismo, cólera, fiebre amarilla, leishmaniasis).
Pero a la dureza del sitio están mejor adaptados los guerrilleros, en general oriundos de esas zonas, y en cuanto a la duración, si algo tiene la guerrilla de las FARC es una percepción parsimoniosa y dilatada del tiempo. Con secuestrados que llevan hasta diez años en las selvas, con una lucha que va para medio siglo (hay guerrilleros hijos de guerrilleros que ni siquiera conocen una ciudad), se entiende que ellos, para quienes la guerra, el secuestro y el tráfico de cocaína se han convertido en un modus vivendi, estén dispuestos a darle a su lucha la duración eterna del infierno.
Colombia no es un solo país, y ni siquiera sus ciudades son una sola ciudad. A media hora de distancia, en nuestras capitales conviven opulencias del Primer Mundo europeo o norteamericano con miserias africanas.
Un elemento que no se puede olvidar en el conflicto colombiano es que al virus guerrillero le resultaron unos anticuerpos tan virulentos e incluso más mortíferos que la enfermedad que pretendían combatir: los paramilitares. Si en los últimos años se ha registrado un gran descenso en las cifras de asesinatos en Colombia, esto se debe al proceso de paz con los paras, que resolvieron dejar de matar. Y como eran ellos quienes más mataban, con métodos salvajes y viendo guerrilleros en cualquier persona crítica, las cifras han mejorado. Lo malo es que en muchas regiones su poder permanece intacto, y a veces da la impresión de que este proceso de paz no es otra cosa que la llegada a la edad de retiro de una generación de comandantes narco-paramilitares que, después de jubilada, podría ser reemplazada por otra. Otra interpretación es que, en algunas zonas rurales, ellos ya ganaron la guerra, tienen el poder político y ahora controlan a la población con métodos de extorsión que no requieren tantos asesinatos como antes.
La mayoría de los colombianos quieren creer que estas pesadillas no serán eternas, y para protestar contra ellas participamos hace poco en dos marchas: una contra la guerrilla, de muchos millones de personas, y otra contra los paramilitares, que incluyó también a personas de todas las extracciones y categorías sociales. Creo que al fin las mayorías estamos de acuerdo en que hay que oponerse a unos y a otros.
Cristina Fernández se seca el sudor durante un mitin
Argentina se moviliza por primera vez contra la política económica del kirchnerismo:
Cuando en la noche del martes Cristina Fernández se disponía a dirigirse a los argentinos para hablar sobre la huelga de productores agropecuarios, no imaginaba que sus palabras iban a desencadenar la mayor protesta social contra la presidencia de la República desde que los Kirchner llegaran al poder en abril de 2003. En su círculo de confianza se había impuesto la tesis defendida por su marido, el ex presidente, de que la huelga en realidad era un desafío político y que fiel al estilo de gobierno iniciado por Néstor Kirchner lo mejor era seguir adelante y doblar la apuesta. "Teniendo todo a favor fueron hasta el borde del abismo".
Fernández tachó de "extorsión" el paro y se burló de los todoterrenos de los huelguistas. Minutos más tarde la clase media ciudadana se unía en las calles a la protesta del campo. "Es una alianza histórica en este país", subrayaba el columnista Joaquín Morales Solá.
Con las líneas de crédito internacional cerradas, una de las tasas de inversión extranjera más bajas de Latinoamérica y falta de credibilidad ante instituciones económicas internacionales desde que por orden directa del Gobierno el organismo encargado de medir los índices de inflación se salta los métodos técnicos estipulados para ello, la Administración argentina necesita la constante inyección de dinero en efectivo que suponen las retenciones a las exportaciones del campo, el 61% de exportaciones del país. Y lo necesita porque en Argentina quien controla la caja ejerce el poder.
Pero el coloso económico tiene los pies de barro. Para poder mantener a pleno rendimiento la máquina exportadora -y por tanto recaudatoria- es necesario que la moneda nacional, el peso, tenga poco valor. Si el Gobierno argentino no interviniera constantemente comprando dólares el peso se apreciaría de inmediato y se reducirían drásticamente las exportaciones y sus ingresos. En el sistema financiero se inyectan millones de pesos a diario, pero esto dispara la inflación, a lo que colabora el que los argentinos no ahorran en pesos, por no confiar en su moneda. La inflación que manejan las entidades bancarias gira en torno al 25%, pero el Gobierno desde hace dos años niega la mayor y la sitúa por debajo del 9%. Esta distorsión falsea muchas otras cifras de la economía. Y políticamente ha separado al kirchnerismo de la clase media urbana que ve cómo su poder adquisitivo se esfuma mientras desde el Gobierno se proclama que Argentina va mejor que nunca. HÉCTOR ABAD FACIOLINCE
La Presidenta no se amedrenta y les dice a los agro-piqueteros que son los “piquetes de la abundancia”. Y algo impecable, de una enorme justeza para definir la “tragedia” de los grandes productores (los pequeños es otro asunto que habrá que diferenciar): que el problema que tienen, dice Cristina F., la causa por la que luchan, reside en que si tienen tres 4x4 jamás aceptarán el despojo de tener sólo dos. Por eso habla bien Cristina F. Porque habla instrumentando el sentido que los griegos y toda la tradición de la filosofía de Occidente hasta Heidegger da a la palabra logos. Logos es pensamiento, concepto, discurso, razón.
El agro-golpismo, los ilustrados de la derecha y hasta los malhablados de las radios enfrentan hoy a una peronista que no sólo es inteligente, sino, además, mujer. Este “escándalo” los tiene locos. No lo pueden tolerar. Cristina F. tendrá que usar largamente su logos para que lo toleren, para que lo entiendan. De ahí, no de ellos, surgirá la estabilidad y la fuerza de la democracia argentina.