Esta crisis tiene un toque darwinista. Los más débiles ya han sido engullidos, DIEZ DÍAS QUE CAMBIARON EL CAPITALISMO.
Giovanni Arrighi recuerda cómo en los años 70 la discusión no era sobre el fin del capitalismo sino cuándo, dónde y cómo terminaría el capitalismo – tema que aparentemente fue asumido hasta por los mismos teóricos del capitalismo.
De repente, en agosto de 2007, el mundo descubre que el sistema financiero estadounidense concede hipotecas a gente que probablemente no puede pagarlas.
Tras años de ultraliberalismo fundamentalista, los mercados constatan que el Gobierno -y la regulación- no es el problema, es la solución. La Administración de Bush ha salido al rescate con la mayor intervención pública sobre los mercados que se recuerda. Puede que mayor incluso que la posterior a la crisis de 1929. No es una novedad. Así ha sido siempre, en todas las crisis bancarias. Y esto no es el fin del mundo o el fin del capitalismo. Es una crisis bancaria de libro.
Hace una década, durante la crisis de los tigres asiáticos, a finales de los 90, el FMI puso una condición innegociable para rescatar al país del terremoto financiero: que el gobierno no ayudase a los bancos y demás empresas al borde de la bancarrota. Decían los apóstoles del FMI que era mejor para la economía que esas compañías quebrasen porque así el ‘ajuste’ –ese eufemismo– sería mucho más rápido
Subprime -sin duda, la palabra financiera del año- empiezan a abrir un agujero en los balances de la banca internacional.
La recesión planea sobre Estados Unidos, Europa y Japón. La globalización es para lo bueno y para lo malo, y ha llegado la hora de lo malo.
The Great Depression
La gran depresión del año 1929 dista a ser igual al momento económico en que vivimos, pero aún así es importante recordar esa página negra de la historia económica, política y social de los EEUU. Es a raíz de esta gran depresión que nace a la luz Las uvas de la ira.
Y en el 2008 todo eso a dos meses escasos de las elecciones presidenciales, con Barack Obama y John McCain opinando -no siempre con acierto- sobre el devenir de los acontecimientos.
"Apasionante y terrorífico", así resume el influyente economista Paul Krugman el relato de los hechos de la última semana. El final de las turbulencias sólo se vislumbra cuando los políticos se han atrevido a "pensar a lo grande", opina. Aunque hay que ir con cuidado: Krugman suele decir que lo que parece una luz al final del túnel es sencillamente un tren de mercancías que se acerca a toda velocidad.
El Nobel Joseph Stiglitz acusa a las instituciones financieras de "fracasar y correr hacia el Gobierno en busca de ayuda" y asegura que el derrumbe de Wall Street es lo que la caída del muro de Berlín fue al comunismo. "La peor crisis del siglo", apunta el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, la diana de las críticas más feroces -encabezadas por los citados Krugman y Stiglitz- por su política monetaria tras el 11 de septiembre de 2001, que a la postre incentivó lo que él mismo trataba de combatir, la "exuberancia irracional" de los mercados.
El mercado no perdona a nadie. Y la crisis tendrá marcadas consecuencias incluso en el plano ideológico. Los últimos episodios de turbulencias se centraron en países emergentes, pero esta vez el origen y el desarrollo de la crisis se produce en el epicentro del sistema, el sector financiero estadounidense.
La paradoja es que después de los sermones sobre el libre mercado, ha sido el republicano George W. Bush el encargado de poner en pie los mercados con un intervencionismo casi sin precedentes. Pese a los excesos del fundamentalismo neoliberal de los últimos años, Washington tiene una larga historia de ayudas financieras al sector privado cuando el riesgo económico o político de una quiebra empresarial parecía demasiado alto. Sin ir más lejos, la salvación del sistema de las savings and loans (cajas de ahorros) estadounidenses llegó a finales de los ochenta, tras la revolución neoliberal de Reagan. La historia se repite. Una y otra vez.
Y con todo esto ¿ya paso la crisis? en mi opinión personal, la crisis apenas empieza y veremos cómo fue que los ciudadanos norteamericanos sobrevivieron en este periodo a la crisis de capacidad de pago, si la financiaron vía tarjetas de crédito, la espiral de crisis está a solo ciento ochenta grados.
"Pero la guerra ya se perdió", analiza Guillermo Calvo, de la Universidad de Columbia, relación con el objetivo de la nueva normativa. "El sistema financiero sabrá darle la vuelta a cualquier regulación, aunque a corto plazo pueda ser efectiva [en gran parte porque el sistema financiero se autoanula durante la crisis]", vaticina. "Pasada la crisis, veremos nuevos productos que sorprenderán a los reguladores. Seguro".
Entre los 700.000 millones de dólares de este último empujón y lo que ya llevan gastado en los demás ‘rescates’, la factura ya ronda los dos billones de dólares; cerca del 15% del PIB anual estadounidense. Más otros dos billones de dólares en la lucha contra el terrorismo, ¿cuanto más aguantara la economía norteamericana?" Está pidiendo un inmenso poder. Pero esto no es una monarquía", subrayó ayer el economista de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini.
Ante todo esto: El gobierno comunista chino puja por comprar el único gran banco de inversión que aún no ha quebrado, ¿alguien sabe en qué cueva se esconde el Fondo Monetario Internacional (FMI)?
Créditos: El País.