𝐎𝐑𝐌𝐔𝐙: 𝐔𝐍 𝐏𝐔𝐋𝐒𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐒𝐀𝐂𝐔𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐄𝐂𝐎𝐍𝐎𝐌𝐈́𝐀 𝐆𝐋𝐎𝐁𝐀𝐋
Roy Jiménez O.
El Parlamento iraní ha aprobado una medida que sacude los cimientos del comercio energético global: el cierre del estratégico Estrecho de Ormuz. Si bien la decisión aún debe ser ratificada por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, su sola posibilidad ha encendido las alarmas de los mercados y plantea un escenario de profundas implicaciones económicas. En este ensayo se aborda sus consecuencias, cómo podría afectarte y qué medidas tomar ante un escenario cada vez más volátil.
¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐜𝐡𝐨 𝐝𝐞 𝐎𝐫𝐦𝐮𝐳 𝐲 𝐩𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́ 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚?
Situado entre Irán y Omán, el Estrecho de Ormuz es una arteria vital del comercio mundial: por él transita aproximadamente una quinta parte del petróleo global. Irán, al tener jurisdicción sobre parte de sus aguas, posee la capacidad material —y ahora posiblemente legal— de bloquearlo. Esta medida no solo afectaría a los países del Golfo, sino que tendría un impacto directo sobre las rutas marítimas de transporte energético, generando un efecto dominó en la cadena de suministros global.
¿𝐐𝐮𝐢𝐞́𝐧 𝐬𝐞 𝐯𝐞 𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐟𝐞𝐜𝐭𝐚𝐝𝐨?
Aunque regiones como Europa reciben mayoritariamente crudo Brent y podrían experimentar un impacto moderado, muchas otras economías consumen una mezcla que incluye petróleo del Golfo. Si la oferta de Aramco la empresa saudí o similares se ve reducida, aumentará la presión sobre otras fuentes, elevando los precios a escala global. El desequilibrio entre oferta y demanda no perdona.
𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐥 𝐢𝐧𝐟𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐫𝐢𝐚
El encarecimiento del petróleo eleva el precio de los combustibles, lo que afecta todos los eslabones de la cadena logística.
Transportistas, empresas distribuidoras y comercios trasladan sus sobrecostes al consumidor final. A este fenómeno se suma una realidad incómoda: las grandes corporaciones —especialmente alimentarias y energéticas— suelen aprovechar estos periodos de turbulencia para aumentar precios más allá de lo justificado, obteniendo beneficios récord, como ocurrió durante la crisis energética de 2022 en el contexto de la guerra en Ucrania.
𝐇𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐩𝐨𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞 𝐜𝐫𝐢𝐬𝐢𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐢𝐚𝐥
Una subida descontrolada del precio del petróleo en medio de una escasez sostenida conforma el caldo de cultivo para una crisis económica. Muchos países ya se encuentran al borde de la recesión o sumidos en un estancamiento económico, con niveles de deuda pública y privada alarmantemente altos. Si se agrava el panorama, los bancos centrales podrían verse obligados a subir las tasas de interés para contener la inflación, encareciendo el crédito y hundiendo aún más el consumo y la inversión. El riesgo de una recesión en cadena es real.
𝐍𝐨 𝐬𝐮𝐛𝐞𝐬𝐭𝐢𝐦𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐞𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐚𝐠𝐢𝐨
En una economía globalizada, todo está conectado. Las distorsiones de precio en un rincón del mundo pueden desatar reacciones en cadena. A esto se suma el rol de los especuladores, que muchas veces inflan precios con el pretexto de crisis que apenas les afectan. En este entorno, hasta los rumores adquieren un poder capaz de influir en los mercados: basta el anuncio de un cierre —sin que este se concrete— para que la gasolina suba, incluso en países abastecidos con petróleo Brent, como los europeos.
¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐧 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝𝐚𝐧𝐨𝐬?
Muchos actores políticos han abogado por agotar todas las vías diplomáticas, conscientes de que una escalada no beneficia a nadie.
Pero mientras las decisiones geoestratégicas se toman en esferas lejanas, ¿cómo protegernos los ciudadanos?
Primero, entender que los mercados responden más a la percepción que a la realidad. Segundo, informarse y no dejarse llevar por narrativas alarmistas. Tercero, exigir transparencia a gobiernos y empresas sobre el verdadero impacto de estas crisis y su uso como excusa para ajustar precios.
𝐂𝐨𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐢𝐨́𝐧
Aunque aún puede imperar la sensatez diplomática, la decisión del Parlamento iraní pone sobre la mesa un juego de alto riesgo. La indignación persa tras recientes agresiones ha encendido el nacionalismo, y cerrar Ormuz representa una carta fuerte en la negociación con actores clave como Arabia Saudita, India, China y Japón. Las consecuencias no serían solo regionales. Serían globales.
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