Israel: ¿nuevo escenario internacional?
Pocas veces Israel ha aparecido tan aislado a nivel internacional, pero ¿se trata de un cambio sustancial en su poder diplomático o un simple viento pasajero?
El cierre de Gaza es la consecuencia de una política torpe, calcificada, que recurre de forma predeterminada para el uso de la fuerza masiva. David Grossman
El gran periodista israelí Gideon Levy escribió el 18 de marzo en el diario Haaretz lo que podría ser una explicación ad hoc, muy terrenal, que son las que valen, de por qué lo que perjudica a Israel no necesariamente contradice los designios últimos de su Gobierno. "Israel no busca seriamente la paz porque la vida del ciudadano es lo bastante buena incluso sin ella; y la ocupación no pone en peligro su futuro". Mientras el coste de mantener la ocupación de los territorios palestinos no sea mayor que el beneficio que, pretendidamente, se derive de retenerlos, no hay ningún motivo para pensar que la paz esté a la vista.
Lo primero que salta a la vista de ese gravísimo incidente habido cerca de Gaza, en aguas internacionales, es la desigualdad de la supuesta batalla, pues un ejército, el israelí, ha dispuesto sus fuerzas contra un barco de cooperantes en el que es difícil imaginar batallones como aquellos de los que disponen sus atacantes. El resultado del encontronazo es terrible, dieciséis muertos, y al menos sesenta heridos. Ahora vendrán las discusiones sobre los detalles técnicos, o burocráticos, de ese ataque, sobre las circunstancias en las que iban los cooperantes, y todo será una bruma sobre la realidad de las muertes y sobre la realidad de la situación palestina en esa zona del mundo. Hay tres españoles entre los cooperantes. Estoy escuchando en la radio a uno de sus portavoces; dice que en el barco de los voluntarios no había arma alguna. La tensión va a aumentar. La paz se aleja, la guerra está en el alma de ese conflicto, y este ataque de anoche simboliza, una vez más, su virulencia, su complicadísimo final, y sobre todo la desigualdad naturaleza de los que están en los dos lados de la ya casi eterna batalla.
El número de víctimas de la matanza en alta mar es aún desconocido. No hay noticias de la situación en los barcos y puede que tarde en haberlas: como en el último ataque a Gaza, el Gobierno de Israel prefiere actuar con la puerta cerrada. Tampoco es posible anticipar las consecuencias últimas de la tragedia, pero resulta obvio que serán gravísimas.
Para mantener el bloqueo de Gaza, que ya se ha demostrado inútil (Hamas no pierde fuerza, sino al contrario) además de inhumano, Israel se ha colocado en una posición indefendible y ha asumido una larga serie de riesgos. El primero, y no el más importante, la más que posible ruptura de las conversaciones de paz con la Autoridad Palestina.
Miles de personas protestan en todo el mundo.
Ya empiezan a registrarse condenas por parte de Gobiernos de todo el mundo e Israel puede verse sometido al aislamiento internacional. Cuesta imaginar cómo Washington podría justificar el desproporcionado uso de la violencia contra la flotilla que intentaba romper el bloqueo. Israel, desde hoy, está mucho más solo. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, parece evaluar la posibilidad de cancelar el viaje a Washington que tenía previsto para mañana. La Unión Europea deberá reconsiderar también sus posiciones.
Turquía, un país de la OTAN con el que Israel venía cooperando, cada vez con más dificultades, tardará en olvidar lo sucedido: una organización turca, a la que Israel acusa de cooperar con el terrorismo islámico, era la principal fuerza tras la organización de la flotilla. Y los países árabes no podrán disimular como acostumbran. La presión popular será muy fuerte.
El riesgo más temible procede, precisamente, de la calle. Los medios israelíes hablan ya, cuando el caso apenas empieza a desplegarse, de la posibilidad de una tercera Intifada. Si el jeque Raed Salah, líder del Movimiento Islámico y figura de referencia de las poblaciones árabes en el norte de Israel, figurara entre las víctimas mortales, la reacción interna de la minoría árabe israelí podría adquirir gran violencia. Cabe contar, por supuesto, con una llamarada en los territorios ocupados de Cisjordania.
El asalto israelí a la flotilla de ayuda humanitaria en gráfico. Darle clic sobre el gráfico para verlo en grande.
Es posible, sólo posible, porque aún no se conoce nada del trasfondo, que algunos de los participantes en la flotilla desearan que acabara ocurriendo lo que ha ocurrido. Eso no exime a Israel de su responsabilidad. El asalto a los barcos fue mal organizado. Degeneró en una batalla desigual entre civiles que tal vez, sólo tal vez, se defendieran con cuchillos y palos, y soldados bien entrenados y armados. Las advertencias previas no son excusa. Tampoco lo es que, como aseguran fuentes militares israelíes, hubiera alguna pistola a bordo. Israel lo ha hecho todo mal. El Gobierno de Netanyahu se asoma al abismo.
Créditos: ENRIC GONZÁLEZ - Jerusalén - 31/05/2010, Blog de Juan Cruz.